En estas fechas el corte del café en numerosas regiones tropicales es un fenómeno tan importante que, entre otras cosas, obliga a que el comienzo del curso escolar de manera normalizada se retrase hasta mediados de febrero o más allá, por la masiva participación de niños en este trabajo. También, paralelamente, es la época de la zafra, en la que se recoge la caña de azúcar y se queman después grandísimas extensiones de restos para, acto seguido, sembrar la del próximo año. Igualmente moviliza a millones de personas en algunas zonas de estos países.
Se trata, la del café, de una producción que se exporta en altísimos porcentajes (en ocasiones el 100%) a países occidentales a través de un puñado de empresas como Nestlé, Kraft o Procter & Gamble y que genera unos beneficios astronómicos que, desde luego, no repercuten de manera generosa en los agricultores, como tantos negocios en este sistema, en el que no es que no crea, sino que simplemente no funciona. A este respecto, concretamente sobre el famoso comercio justo, pregunté al ingeniero agrónomo que nos enseñó las instalaciones y explicó todo el proceso que se sigue en uno de los llamados beneficios húmedos, agasajado con algunos premios en los últimos años por la calidad de su producción, y donde se realiza el despulpado, lavado y secado del café (tres fases principales), una vez se ha comprado el producto al agricultor y antes de su transporte a la capital donde se vende a los exportadores. (Que nadie tome estos apuntes con seriedad científica, pues se basan exclusivamente en mis recuerdos de aquella visita.)
La visión de este ingeniero, ducho en la materia y persona de gran sensibilidad social, era crítica con las organizaciones que en la zona promueven aparentemente una relación comercial voluntaria y justa entre productores y consumidores. Según él el precio del café sigue una curva ascendente a medida que va avanzando la época de corte. Así, en los meses iniciales de la cosecha (octubre, noviembre...) atendiendo a los precios del mercado cuesta unos 80 Q (8 €) el quintal que se compra a los productores (precio bajísimo si lo comparamos con el de hace unos años). En esas fechas las organizaciones de comercio justo se comprometen a comprar toda la producción de algunos cafetaleros a 120 Q por quintal. Lo que ocurre es que los precios, influenciados por el mercado de valores, siguen una curva ascendente y por estas fechas de enero-febrero el quintal alcanza un valor de 168Q. Realizando un promedio de todos estos meses quienes se acogen, según él, a estos tratos salen claramente perjudicados.
Como decía anteriormente, la calidad en los cafés de Atitlán es muy elevada. En todo este proceso que se realiza en los beneficios, hay varias selecciones de los granos, mediante sistemas hidráulicos que separan los buenos que se dirigirán principalmente a Europa (en EE.UU. son menos exigentes), de los de poco peso y blandos que se dedican a la elaboración de cafés de baja calidad como, según el ingeniero, los de Nestlé. Aún así, en la capital, los exportadores mezclan los granos de las diferentes calidades para conseguir superar las cribas que cada país pone a la importación. De esta manera no nos queda otra que viajar a la región donde se cultiva el fruto para poder probar un verdadero café, ya sea de Huhuetenango, de Antigua o de Atitlán.
Eso si es que encontramos el café tostado, porque este último proceso se realiza siempre en los países compradores. Según he leído una web sobre el café de comercio justo Espinaca, elaborado en Nicaragua, los países del Norte, tan defensores del libre mercado, imponen fuertes aranceles a la importación de café tostado con el fin de favorecer la situación de las tostadoras de los países consumidores. Por esa razón se ven ia traer el café sin tostar a, por ejemplo, España. Si fuera posible efectuar el tostado en origen, las cooperativas de trabajadores asociados podrían utilizar más mano de obra.
Fotos: (1) Café verde u "oro", listo para ser tostado y consumido; (2) llegada al beneficio de productores en camionetas para pesar y vender su producción; (3) introducción del café en los circuitos de agua; (4) control de calidad (Los granos no deben ser verdes, ni secos, ni fermentados); (5) despulpado; (6) lavado tras haber fermentado ligeramente el grano para que se quite con más facilidad su cáscara superficial; (7) secado (el grado de humedad se controla con mucha exactitud); (8) almacenamiento del "oro".
* He actualizado esta entrada por una errata: El beneficio no es seco sino húmedo. Si queréis saber cuál es la diferencia, visitad está web.
Se trata, la del café, de una producción que se exporta en altísimos porcentajes (en ocasiones el 100%) a países occidentales a través de un puñado de empresas como Nestlé, Kraft o Procter & Gamble y que genera unos beneficios astronómicos que, desde luego, no repercuten de manera generosa en los agricultores, como tantos negocios en este sistema, en el que no es que no crea, sino que simplemente no funciona. A este respecto, concretamente sobre el famoso comercio justo, pregunté al ingeniero agrónomo que nos enseñó las instalaciones y explicó todo el proceso que se sigue en uno de los llamados beneficios húmedos, agasajado con algunos premios en los últimos años por la calidad de su producción, y donde se realiza el despulpado, lavado y secado del café (tres fases principales), una vez se ha comprado el producto al agricultor y antes de su transporte a la capital donde se vende a los exportadores. (Que nadie tome estos apuntes con seriedad científica, pues se basan exclusivamente en mis recuerdos de aquella visita.)
La visión de este ingeniero, ducho en la materia y persona de gran sensibilidad social, era crítica con las organizaciones que en la zona promueven aparentemente una relación comercial voluntaria y justa entre productores y consumidores. Según él el precio del café sigue una curva ascendente a medida que va avanzando la época de corte. Así, en los meses iniciales de la cosecha (octubre, noviembre...) atendiendo a los precios del mercado cuesta unos 80 Q (8 €) el quintal que se compra a los productores (precio bajísimo si lo comparamos con el de hace unos años). En esas fechas las organizaciones de comercio justo se comprometen a comprar toda la producción de algunos cafetaleros a 120 Q por quintal. Lo que ocurre es que los precios, influenciados por el mercado de valores, siguen una curva ascendente y por estas fechas de enero-febrero el quintal alcanza un valor de 168Q. Realizando un promedio de todos estos meses quienes se acogen, según él, a estos tratos salen claramente perjudicados.
Como decía anteriormente, la calidad en los cafés de Atitlán es muy elevada. En todo este proceso que se realiza en los beneficios, hay varias selecciones de los granos, mediante sistemas hidráulicos que separan los buenos que se dirigirán principalmente a Europa (en EE.UU. son menos exigentes), de los de poco peso y blandos que se dedican a la elaboración de cafés de baja calidad como, según el ingeniero, los de Nestlé. Aún así, en la capital, los exportadores mezclan los granos de las diferentes calidades para conseguir superar las cribas que cada país pone a la importación. De esta manera no nos queda otra que viajar a la región donde se cultiva el fruto para poder probar un verdadero café, ya sea de Huhuetenango, de Antigua o de Atitlán.
Eso si es que encontramos el café tostado, porque este último proceso se realiza siempre en los países compradores. Según he leído una web sobre el café de comercio justo Espinaca, elaborado en Nicaragua, los países del Norte, tan defensores del libre mercado, imponen fuertes aranceles a la importación de café tostado con el fin de favorecer la situación de las tostadoras de los países consumidores. Por esa razón se ven ia traer el café sin tostar a, por ejemplo, España. Si fuera posible efectuar el tostado en origen, las cooperativas de trabajadores asociados podrían utilizar más mano de obra.
Fotos: (1) Café verde u "oro", listo para ser tostado y consumido; (2) llegada al beneficio de productores en camionetas para pesar y vender su producción; (3) introducción del café en los circuitos de agua; (4) control de calidad (Los granos no deben ser verdes, ni secos, ni fermentados); (5) despulpado; (6) lavado tras haber fermentado ligeramente el grano para que se quite con más facilidad su cáscara superficial; (7) secado (el grado de humedad se controla con mucha exactitud); (8) almacenamiento del "oro".
* He actualizado esta entrada por una errata: El beneficio no es seco sino húmedo. Si queréis saber cuál es la diferencia, visitad está web.
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