Durante las últimas semanas he leído algunos libros de los que quisiera hacer una pequeña reseña en este blog antes de desconectar de la vida digital por otros tantos días.
Había oído hablar de
Murakami y de sus deliciosas novelas en diferentes ambientes. Quizás sea una moda pero en este caso, y tras leer
After Dark, me rindo a la evidencia de esta acertada tendencia. La noche (en general y en la novela en particular) da mucho de sí y las conversaciones y los personajes que en ella aparecen, se cruzan y se separan, no defraudan al lector, guiado por un narrador un tanto especial. Y sí, es deliciosa porque se disfruta del sólo hecho de leerla.
Hace justo un año, en el viaje que realicé por tierras cisjordanas, un compañero y amigo fugaz,
David Perejil, me habló de un tal
Amin Maalouf y de una de sus obras:
Identidades asesinas. Ha sido, sinceramente, tras leerlo, cuando he descubierto que al autor libanés y francés le habían concedido el Principe de Asturias de las Letras y, buscando su conocido libro (al que por cierto escuché recomendar a Butragueño en un programa de RNE)
Las cruzadas vistas por los árabes, que no hay que rebuscar mucho en las estanterías de las librerías sino acercarse a los mostradores de los más vendidos para hallar sus publicaciones. Se trata de un ensayo cargado de argumentos contra la intolerancia, que derriba tópicos y que si marcamos adecuadamente las citas (o como en mi caso doblamos las esquinas de las páginas donde se encuentran) nos ayudará, por su carácter pedagógico, en los innumerables debates identitarios que están a la orden del día.
Muñoz Molina me era hasta la fecha sólo conocido por sus artículos en revistas y periódicos. Beltenebros es un thriller bastante conseguido que se centra fundamentalmente en las historias, pasiones y debilidades de los personajes, siendo el contexto tanto político como histórico, a priori relevante, bastante secundario. No es una crítica negativa, es decir lo que me esperaba de una obra que, por otra parte, espero ver pronto en su versión cinematográfica.
La conjura de los necios era una de esas asignaturas pendientes tras haberlo abandonado a medio leer hace unos años y tras haberla cargado improductivamente en cada una de las incontables mudanzas que he hecho en el último lustro. Y me ha maravillado. Por las lecturas éticas y políticas que se pueden obtener, curiosamente, de personajes, por lo general, bastante desagradables y por la plasmación a través del esperpento de la sociedad estadounidense del momento. La historia del autor, J
ohn Kennedy Tool, no es menos novelística que la del propio Ignatius, por cierto. Y bastante triste.
Los
Cuadenos de Kabul de Ramón Lobo pueden consultarse en la
web de El País, que es donde se fueron publicando en su momento mientras el periodista cubría informativamente la capital afgana. En estos treintaitantos capítulos-posts se muestra una panorámica profundamente humana de la vida diaria en un país en continua guerra. Además el autor se plantea cuestiones acerca de la democracia, las guerras, la lejanía de la realidad por parte del personal occidental desplazado, el periodismo y el uso tendencioso de algunas palabras en el mismo.
Ahora estoy terminando La armadura del capitalismo de Alejandro Teitelbaum, un detallado estudio del impacto de las transnacionales sobre los derechos humanos.