Con la sensación, después de estos tres meses, de no habernos recuperado aún del jet lag de la venida, regresamos a otra nuestra tierra, donde, quién lo diría, nos esperan unas lluvias más potentes de las que aquí dejamos.
Cuando uno regresa, acompañando el movimiento de rotación de la Tierra, a suelo europeo, no sólo se le pasan las horas volando (12 de viaje mas 8 de cambio horario), sino que empieza a recordar todo lo vivido como una realidad paralela, virtual, como si se hubiera realmente estado en otra galaxia o como si uno se estuviera desprendiendo de los brazos de Morfeo lentamente.
Llegaremos y habrá mil cosas que contar y dos mil para reservarse. Existirán momentos de sorpresa al reencontrarnos con lo que ya conocíamos pero habíamos olvidado y se echará de menos otra forma de ver el mundo y de vivir en él.
Pero el tiempo vuelve a poner al europeo etnocéntrico consumista en su lugar y, probablemente, nos volvamos a subir al carro (del confort) que sigue la dirección del resto. Obviaremos las desigualdades y las dificultades del mundo, de nuestra propia sociedad y de nuestros propios amigos. Porque ya habremos cumplido con nuestra parte. Tendremos ad eternum el título de buenas personas.
Pues no. Sabemos que es falso, que uno aquí puede comportarse como en cualquier otra actividad u oficio. Se puede ser chapucero, vago, malvado, hedonista o racista. Se puede ser cooperante y alguna de estas cosas. ¿Acaso no hay curas con gusto por el lujo, maestros xenófobos o médicos soberbios?.
Hoy los b'ayk'a y hastaluegos estrangulan el estómago y las glándulas lacrimales. Nuestras entrañas han sido retorcidas por detalles demasiado grandes como el del jovencito J., que apenas chapurrea el castellano pero con el que la comunicación puramente humana ha sido perfecta Gente como las tres hermanas que nos han cuidado como ángeles protectoras, cumpliendo la misión que les encomendó su dios, o que han decidido realizar por su educación, por su cultura o porque, en el fondo, siempre hay gente con la que entenderse y a la que querer en cualquier rincón del planeta. Hasta la vecina de la escuela nos ha deseado buena suerte y prometido oraciones para tener un buen viaje. Algo parecido ha ocurrido con las siempre sonrientes fruteras.
Y quedan muchos, los verdaderos protagonistas de la cooperación, que son aquellos que, pudiendo realizar tareas lucrativas en una sociedad con muchas necesidades y desigualdades, prefieren entregar su tiempo a la comunidad, enfrentando falacias y conductas que actúan como torpedos contra su línea de flotación.
En definitiva todo parece, o quizás esté siendo, un intenso sueño.
Gracias EMIS, gracias Ya'saar, gracias coordi, gracias Guatemala, meltiox Atitlán.