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miércoles, 16 de agosto de 2006

¡Menos Franco y más pan blanco! *

Me reboto, y eso que soy un tío templao pero a veces me entran ansias de mandar a más de uno a tomar por donde amargan los pepinos.

Esta introducción en el lenguaje popular (quizás algo mestizado), que se utiliza en la Mancha, eterna tierra de paso, durante mucho tiempo olvidada y apenas conocida por el resto de las Españas, no se debe a otra cosa que a la indignación que me producen algunos comentarios que ahora detallaré. Hay quien dice, y son bastantes y muy buenos en la propaganda, que la triste Guerra Civil y el posterior régimen de Franco fueron parte de la enquistada lucha entre el estado imperialista y las naciones sin estado dentro del mismo, que la sangrienta represión fue fundamentalmente en éstas y se llega a veces al delirio insinuando que en Castilla somos todos unos borregos nacional-católicos. No discuto que existiera esta componente (de ahí viene el Una que precedía al Grande y Libre) y la consiguiente represión en regiones como Cataluña, por ejemplo; y que tenía el agravante de querer eliminar las culturas y con ello las lenguas no oficiales para el Movimiento.

Hablo de Cataluña porque allí fue donde charlando con un italiano se sorprendía de que la población de la llanura delimitada por las sierras de Alcaraz, Sierra Morena, Montes de Toledo y Serranía de Cuenca, por ejemplo, que es donde hemos nacido los que aquí manchamos la libreta, hubieran sido castigadas tras la contienda y resistido durante y después de ella, al igual que otras zonas sin lengua propia, sin nacionalismo, sin riqueza. Demasiado tiempo oyendo el egocentrismo de algunos.




Mapa de la España del maquis que puede ilustrarnos (UCE)


Lo mejor es que un señor más documentado que yo nos lo explique. Para ello dejo un fragmento de un interesante artículo de Pedro Oliver Olmo, doctor en Historia por la Universidad del País Vasco.

“Hasta que Franco venció del todo, hasta que puso el broche dictatorial a la guerra sangrienta que había provocado el golpe militar del 18 de julio de 1936, casi la totalidad de los territorios de las cinco provincias que ahora integran la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha permaneció del lado de la legalidad republicana. El balance no podía ser bueno, y no sólo porque el 1º de abril de 1939 Castilla-La Mancha fuera ya, desde unos días antes, una tierra militarmente derrotada. Lo peor de aquello era que llovía sobre mojado. Las tragedias de la guerra civil y el derrumbe del proyecto reformista republicano se unían a una larga y desdichada historia de abandonos administrativos, retrasos económicos, desigualdades sociales y caciquismos políticos.

La región castellano-manchega era entonces una amplísima zona agrícola y ganadera bastante deprimida que, en el difícil contexto de una “economía de guerra”, había tenido que cumplir importantes funciones de retaguardia mientras vivía con cierto apasionamiento y no demasiada eficacia productiva la experiencia revolucionaria de las colectividades campesinas. Con todo, y pese a la notoria maldad de la guerra, lo peor estaba aún por llegar...” (leer todo el texto)

(Extraído de "El Franquismo en Castilla-La Mancha" - Autor: Pedro Oliver Olmo)

* frase gritada (por supuesto con mucho cuidado de no ser pillado) en las calles de Valdepeñas en los años de posguerra, exigiendo en la época del racionamiento de la comida un pan que no diera cagalera (mi abuela dixit)

PD: Prometo no cambiar más de nick. Han sido éstas unas semanas de indefinición existencial y búsqueda de mi identidad (cibernética).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amén,

basta ya de victimismos, que a Franco lo sufrieron todos desde el Cabo de Gata hasta Finisterre (sin olvidar las islas). Cojones ya!