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domingo, 28 de febrero de 2010

Me han robado la bici



Hace 6 años empecé a trabajar en un pueblo de la sierra madrileña. Era necesario ir en coche para estar allí cada mañana si no quería dejar el piso que compartía en la capital. Mis padres me dejaron un pequeño todoterreno alto y estrecho que amagaba con volcar en las curvas, bailaba al son del viento que cruzaba la A-1 y se chupaba un cuarto de mi salario convertido en gasolina súper. Decidí comprar uno más seguro y que gastara menos. Al mes de hacerme con él me destinaron y me trasladé a vivir a un pueblo de Toledo para el que ya no era necesario.

El año pasado vivía de alquiler en casa de una prima. Andando al trabajo tardaba casi media hora y me parecía un exceso primermundista ir con el coche (y un exceso físico ir andando) así que compré una bici y comencé a utilizarla para llegar a casi cualquier sitio. Al poco tiempo mi prima vendió el piso y me fui a vivir a un lugar que está a 7 minutos a pie del curro y bastante cerca de todos los sitios que frecuento. Ya tampoco me hacía falta la bici. Aun así, mi compañero de piso y yo la usamos a menudo.

Hoy precisamente, que hacía un estupendo día primaveral, hemos salido un grupo de amigos a hacer una ruta por los verdes y húmedos campos manchegos, tomar unas cañas en un pueblo cercano y volvernos antes de que anocheciera. La rueda delantera se ha pinchado pero rápidamente una compa me ha ofrecido un gel mágico que llevaba consigo y que ha rellenado la cámara y me ha permitido volver a la urbe sin mayor problema. Después he ido a casa de otra amiga y he dejado la bici amarrada a unos barrotes dentro del portal de su edificio. Dos horas después sólo quedaban de ella mis recuerdos y cuatro cachos del plástico que cubría la cerradura del candado.

¡Me han robado la **** bici!. Mejor dicho: ¡un/a **** ** **** me ha robado la bici!.

Be hache, mi segunda compañera de piso, ya que tenía hasta una habitación para ella sóla (aunque solía compartirla con tablas de planchar, maletas y otros trastos que misteriosamente aparecen cada vez que recibimos visitas), se había portado excelentemente hasta la fecha. Ni un pinchazo, ni una salida de cadena, ni una caída. Con ella he conocido caminos, puentes e incluso piscinas naturales. Ains. Se le va a echar de menos, pero lucharé por recuperarla. Habrá que poner esa denuncia y preguntar a ese adolescente piratilla por los lugares donde se trafica con bicicletas robadas.

Y, por si alguien la reconoce en alguna calle ciudadrealeña, es tal que así, aunque con un sillín diferente en el que pone 'gel' (esto es lo que la puede distinguir de otras) ya que también me robaron el original.

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