5.- Los derechos humanos son para nuestros enemigos. No hace falta que nadie me diga que no torture ni encarcele a mi pareja, a mis padres, a mis amigos. Hace falta que me digan que no torture ni encarcele a quien considero detestable, pues es a quien me sentiría tentado de torturar, encarcelar o matar: ser detestable no es delito nunca; hacer algo detestable lo es a veces y eso puede conllevar la cárcel, porque no se nos ha ocurrido alguna forma humanitaria de ordenarnos.
Uno demuestra que defiende los derechos humanos si lo hace con los derechos humanos de la persona que considere más atroz y si lo hace cuando se los salta alguien a quien consideramos de los nuestros. En nuestro país muy poquita gente ha levantado la voz contra las violaciones de derechos humanos independientemente de las ideas y prácticas políticas de la víctima de tales violaciones y de la pertenencia del violador de derechos.
Uno de los puntos del manifiesto, que suscribo al 100%, de Hugo Abarca sobre presos políticos.
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