Imagen: Insurgencia Gráfica
Rodríguez Ibarra decía ayer tarde en la radio (Asuntos Propios de RNE1) que son necesarios para garantizar las pensiones y equilibrar la pirámide poblacional. Pocas veces se dice que vienen directamente al mercado laboral, sin los costes que al Estado le genera la Educación. Que la inmigración da mucha más pasta de la que cuesta. Porque se explota, claro. Ni siquiera los sindicatos los van a defender intensamente porque no son su clientela. No pertenecen mayoritariamente, por ejemplo, al mercado de cursos para funcionarios o aspirantes a funcionarios. Puede que, por lo bajo, lleguen a ganar 300 € como empleadas del hogar de forma legal (el 45% del salario mínimo se puede pagar a las internas en comida y cama). Son las últimas de los últimos de la fila.
Como reconocía Alfonso Guerra hace unos días en otro programa de la SER, hoy los que mandan no son lo políticos sino las fuerzas empresariales (y tan ancho se quedó cuando dijo esto, hablando de la muerte de Eric Rohmer, olvidándose de que es integrante y diputado del partido del gobierno). Y las otras fuerzas, las del trabajo, se abaratan y rentabilizan con ellos. Les convienen los inmigrantes, aunque luego se produzcan algunas expulsiones para justificar las leyes.
También sirven de chivo expiatorio cuando las cosas van mal. En vez de mirar hacia dentro, hacia las estructuras podridas e insostenibles, los focos se dirigen al extraño, por fácil, por simple, porque la demagogia funciona cuando se tocan los instintos más detestables. Cuando Alicia Sánchez Camacho dice "no cabemos todos".
Reunión informativa sobre las Brigadas Vecinales en el CSOA 'La Mácula'
Igual los que sobramos somos nosotros, que tenemos poco hijos que paguen nuestras pensiones, que no pertenecemos a esas bolsas de mujeres sin derechos y trabajadores precarios que la crisis multiplica. Que no nos vamos a ver en un CIE, pagando con la cárcel una falta administrativa. Aunque la Constitución diga algo así como que "ninguna sanción civil puede conllevar privación de libertad". Nosotros que encima votamos.
Y falta el miedo para poner la guinda del Partido de Señores Opresores de Extranjeros. El miedo provocado por los cada vez más controles de identidad y redadas que casualmente se dirigen a los que tienen un color más original. Porque, aunque la policía diga que son aleatorios, pocos madrileños o ciudadrealeños son parados un día cualquiera para mostrar su DNI. Falso. No es raro que a un señor negro con mujer blanca y española le pidan la documentación en un cajero porque llega la poli y sospecha que está robando. O en el mismo Torreón de Ciudad Real se puede uno parar unas horas y observar por qué motivos, parámetros y cualidades físicas detienen a las personas. Es el fenotipo. El dichoso fenotipo. Algo permisible según el Constitucional, pero ilegal en Europa desde que un eurodiputado español con esposa negra denunció esta práctica.
Por eso en Madrid se han organizado. Y en los barrios con más redadas y controles en las calles, bocas de metros y puertas de supermercados, algunos jóvenes vecinos comprometidos con los DDHH han creado unas brigadas que vigilan a los vigilantes, que se han formado jurídicamente para dar a conocer los derechos de las personas afectadas, alertar a otras y presionar a la policía que desequilibra la igualdad entre los ciudadanos de la capital y, en ocasiones, van más allá, denigrando y maltratando.
Por eso este sketch me ha parecido de lo más ocurrente, apropiado para la ocasión y definitivo. Este hombre debería dedicarse a otra cosa. Ya.
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