El Dr. Marafarrico voló a Shanghai. Sus retinas, como es obvio, fueron incapaces de retener las caras de los miles de obreros dispuestos cada noche a contribuir a la construcción de la gran exposición de 2010. Sus neuronas sí se aferraron a la imagen de aquel campesino recién llegado a la ciudad que esperaba de cuclillas en la acera junto al dandy de maletín y zapatos de piel que raudo cruzó la calle cuando el semáforo cambió a verde; al gesto de la tendera que vendía comida en la calle, agachándose acto seguido para preparar la factura correspondiente; y a la sonrisa del taxista que procuraba ubicar en el mapa una Portugal lejana, cuya distancia se esfumaba al escucharse las palabras "Cristiano" mas "Ronaldo".
Y en una tienda de artistas transgresores encontró esta libreta que regaló a este agnóstico apático, comunista a ratos y anticomunista otros. Lo que viene a decir, gracias a la traducción de Elena, es algo así:
Cada mes se da doble salario.
Cada día no se llega tarde al trabajo.
Una imagen de Marafarrico antes de ser Dr. Marafarrico y de su partida a la China Popular
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