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miércoles, 2 de junio de 2010

La vieja y el coche

Continuando los posts sobre aventuras en el coche, me sucedió una vez que llegaba después de una dura jornada laboral, como todas, a la zona de aparcamiento. Encontrar una plaza donde dejar el coche en Madrid es una cosa difícil en el que se invierte un tiempo que podría dedicar, por ejemplo, a tocarme las pelotas si me apeteciese, pero no, lo invierto en aparcar el coche. Más de una vez me lo he puesto de llavero y me lo he subido a casa.

En fin, pero ese no es el tema. La cosa es que ese día, encuentro una plaza preciosa, dedicada para mí. El único problema es que en el medio de esa preciosa plaza, había una mujer entrada en edad y carnes, que no parecía tener intención de moverse. Le hago una pequeña ráfaga con las luces, y comienza a moverse hacia mí. Se va a la puerta del acompañante.

“- Me va a decir algo”- pensé, y supongo que la mayoría de vosotros también…

Abro la puerta para ver en qué podía servirla. Sin mediar palabra, la buena mujer, me da la espalda y el culo y, no sin dificultad, se monta en el coche.

Me quedé atónito, y al cabo de unos segundos, digo:

“- Señora…”
Me mira de reojo, da un respingo y responde:

"Si pensaba que eras mi hijo, que tiene un coche igual, ya me extrañaba a mí que no me hubieras dicho nada". (No, si la culpa al final era mía)

La señora se fue y yo me quedé un buen rato riendo nerviosamente para recuperarme del susto. Asi que ya sabéis, queridos niños, no le abrais la puerta del coche a extrañas, por muy entrañables que parezcan...

1 comentario:

El Atractor Adecuado dijo...

Muy bueno Lackland!!

Si es que tienes algo que las vuelve locas...lo del hijo fue una excusa, cuando te tuvo cerca seguro que vaciló por tu edad :)

un abrazo.