Estaba echando una ojeada a los titulares de Elpais.com y he visto una noticia sobre repatriaciones de inmigrantes ilegales gravemente heridos o enfermos a cargo de muchos hospitales estadounidenses que puede completar la entrada anterior. El primer mundo no se salva.
El protagonista del reportaje es un guatemalteco, que trabajaba sin papeles como jardinero al que un conductor borracho atropelló en el año 2000, dejándolo durante un año en coma y con serios daños cerebrales. Su deportación, decidida unilateralmente por el hospital privado que le atendió, fue rechazada por la justicia pero ya era demasiado tarde. Ahora vive en las montañas de Jolomcú (Huehuetenango), en una casa de una sóla habitación, con la exclusiva atención de su anciana madre que únicamente puede tratarlo con antiácidos y plegarias.
Según Prensa Libre otros hospitales son más agresivos, rutinariamente envían a pacientes sin seguro, sean residente con documentos o sin documentos.
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