Hace menos de un mes el Congreso aprobó la nueva Ley de Asilo, un engendro legislativo innecesariamente maloliente, justo cuando las cifras de solicitantes habían descendido más del 40% (aunque de éstas se rechazaron un 94%), concediéndose apenas 151 estatutos de asilo. ¡En un año!.
Se ha vendido como un avance en el derecho al refugio de niñ@s, mujeres, gays y lesbianas, pero, ojo, que estas últimas no sean europeas. Entre otras cosas huele mal porque gracias a casi la totalidad de nuestros senadores y diputados a partir de ahora un ciudadano de la UE no podrá solicitar asilo en nuestro Estado. Se entiende que dentro de la Europa unida, democrática y liberal no se producen persecuciones y recortes graves de derechos. Que se lo digan a los gitanos italianos. O a los l@s LGTB en Lituania.
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