Strange fruit es una de las más importantes canciones antirracistas de la historia. La cantaba Billie Holliday al final de sus conciertos. Con ella denunciaba el linchamiento de afroamericanos en el sur de los Estados Unidos.
Originariamente el texto era el de un poema de Abel Meeropol, un maestro de escuela judío y comunista, que se conmovió al ver la foto del ahorcamiento, tras haber sido linchados, de Thomas Shipp y Abram Smith en agosto de 1930 en Marion (Indiana). La firmó con el seudónimo de Lewis Allan, los nombres de sus dos hijos fallecidos en la infancia.
Originariamente el texto era el de un poema de Abel Meeropol, un maestro de escuela judío y comunista, que se conmovió al ver la foto del ahorcamiento, tras haber sido linchados, de Thomas Shipp y Abram Smith en agosto de 1930 en Marion (Indiana). La firmó con el seudónimo de Lewis Allan, los nombres de sus dos hijos fallecidos en la infancia.
Ayer en el ciclo de Jazz de la Universidad actuó Laïka Fatien, acompañada al piano por Vince Benedetti. La voz de la cantante francesa, que interpretó más de un tema Billie Holliday, es profunda y sensible. Sus ojos evitaron al público en todo momento, excepto en la última canción, donde no apuntaron a otro sitio que a un pequeñajo que se encontraba sentado en la primera fila. Bonita dedicatoria. Si quieren escuchar algo de ella, pinchen aquí.
Southern trees bear a strange fruit,
Blood on the leaves and blood at the root,
Black bodies swinging in the Southern breeze,
Strange fruit hanging from the poplar trees.
Pastoral scene of the gallant South,
The bulging eyes and the twisted mouth,
Scent of magnolias, sweet and fresh,
Then the sudden smell of burning flesh!
Here is a fruit for the crows to pluck,
For the rain to gather, for the wind to suck,
For the sun to rot, for the trees to drop,
Here is a strange and bitter crop
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