Hace unos días fuí a comprar un jamón con mi hermano. Se nos dirigió un hombre preguntando qué era lo que queríamos.
- Pues un jamón.
A partir de ahí, todo fue felicidad para el vendedor. Empezó a abrazar jamones, a manosearlos, a darles masajes mientras ilustraba su efusión de cariño jamonil con toda una clase sobre cómo se sabe si un jamón tiene calidad o no. Que si la grasa debe ser así, que si la pata debe ser estilizada (parte más estilizada de uno de los animales más bellos de la tierra, que andares, que savoir faire), que si no hay que comprar paletillas, que si tal y Pascual. Tras un rato de magrear jamones con vehemencia bajo nuestra atenta mirada, el vendedor dio su veredicto:
7 comentarios:
Si, el amor a dos jamones. Y si están bien rematados por un culete respingón; mejor que mejor.
Y para rematar diré que he descubierto en el mercado unos envases de jamón cortado en lonchas increiblemente delgadas y que les dá una gracia incomparable. Siento no recordar la marca, pero es facil de encontrar y me lo agradecereis.
Ay ay ay, jamón del bueno con un poquito vino tinto y pan de hogaza, ¡que mejor manera de pasar una tarde!
pff a mi me da igual el jamón cómo sea, me gustan toooodos! dios q bueno está. En mi casa cuando hay jamón es q se gasta en nada. Ya me gustaría trabajar a mi ahí.
Mola la foto del cerdito con piercings... jijiji, el jamón, el vino blanco y el queso en aceite con un tomate y pan, lo mejorcito...
Mira después como lo cortas, que eso tiene un peligro...
Saludos.
La lástima es que el jamón no era para nosotros, así que no tenemos que preocuparnos por cortar nada, ni disfrutar de la tarde con pan y tinto, ni nada...sigh...
anda que no te gusta a ti magrear, feliiii que ibas a ser XDDDD
Ibais a trafico o al ministerio??? ¬¬
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