¿Bailas mi negra?

Después de este fin de semana:

He aprendido las nociones básicas de la bachata y la salsa en bares regentados por colombianos, cubanos y dominicanos. 1, 2, 3 ... 1, 2, 3 ... 1, 2, 3 ... El siguiente paso es dejar de contar a la vez que bailo.

He conversado y sobretodo escuchado acerca de la situación de América Latina: el petróleo venezolano, las comunidades negras del pacífico, las guerrillas y paramilitares, cocaleros y ejércitos (un día hablaremos del uso de la miel por parte de las mafias para proteger las plantaciones de la fumigaciones de los aviones del ejército en las zonas, claro está, donde interesa fumigar, que no es en todas).

He conocido con protagonistas directos los perjuicios que las multinacionales españolas provocan en determinadas regiones de Latinoamérica. Español = explotador imperialista. Aunque nos consideran más sensibles y más al tanto de lo que ocurre en el mundo que los yankees.

He conocido que en Buenaventura (Colombia) hay pequeños comerciantes que hablan perfecto mandarín. Y allí tampoco hay chinos en los cementerios. Sólo 50 que murieron en un naufragio.

He bebido mojitos hasta la saciedad.

He conocido la primera impresión que un negro colombiano se lleva de este terruño: demasiada poca música, demasiado poco baile, demasiado poco ruido, demasiado poco madrugar, demasiado humo en los bares, demasiado caro el Chivas, demasiado barato el White Label, demasiado malo el ron, demasiado poco sabor del tomate, demasiada Coca-Cola.

He discutido con 2 italianas sobre la calificación de una palabra como esdrújula, llana o aguda y sobre si los Fruitis era una producción española. He ganado dos cenas.