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lunes, 22 de enero de 2007

Futbolín

Poníamos 5 duros y echábamos un pierde-paga. En parejas. Seríamos unos 6 u 8, a veces más: 12 ó 14. Así se nos pasaban los fines de semana. Todavía no habíamos descubierto el "botellín" ni la botella de vino a 300 pesetas del Antequera. En el pueblo los jugadores eran de madera y la disposición era de tres defensas, tres medios y cuatro delanteros (si no me falla la memoria y a diferencia de otros lugares), de piernas separadas todos ellos. Pero lean esta historia:


Alejandro Finisterre, gallego, estudió en Madrid. Trabajó para poderse pagar los estudios como albañil, en una imprenta, e incluso colaboró con León Felipe en la edición de algún periódico. Siendo aún menor de edad y por culpa de una bomba nazi en noviembre del 36 quedó sepultado y sufrió graves heridas por las que fue hospitalizado en Montserrat (Valencia). Allí, al verse rodeado de niños mutilados que no podían practicar el fútbol, inventó el futbolín. Se lo encargó a un carpintero vasco amigo suyo, pero como las fábricas se limitaban a producir armas para la guerra no pudo más que patentar su idea siguiendo el consejo de un líder anarquista del momento. Tras el triunfo del franquismo se exilió a Francia (durante este viaje y tras una fuerte lluvia la patente se convirtió en argamasa) y Ecuador. Luego en Guatemala en 1952 consiguió empezar a fabricar futbolines (incluso llegó a practicar este juego con el Che). Tras el golpe de estado militar en este país fue secuestrado por sus ideales izquierdistas y devuelto a España. Y aquí descubrió que su creación se había popularizado habiéndose arrogado su invención los fabricantes valencianos. Volvió a América (México) y desde entonces se dedicó a la edición literaria y la artes gráficas. Vive en Aranda de Duero desde la Transición donde continúa escribiendo mientras es miembro de la Real Academia Gallega.

Según su propias palabras: El futbolín es un juego que no fomenta el autismo como los videojuegos; sino la amistad, el compañerismo, la coordinación de movimientos entre la mano derecha y la izquierda.

Y he aquí la canción que ha inspirado este post: Os Diplomáticos de Monte Alto y la Oda ó futbolin.


Entrevista al inventor
Wikipedia

4 comentarios:

ToNee dijo...

yo recuerdo k aprendi a elevar la pelota por encima de los jugadores y clavarla exactamente dentro de la porteria rival...hoy ya ni me acordaria de como hacerlo ¿?¿?¿?

Anónimo dijo...

Madre mia la de recuerdos...pero con la gran suerte que mis futbolines eran de metal. Comparados con los de madera no tienen nada que ver. Aquello era "jevi metal" auténtico.
Pues salud para el creador y para ti por mencionarlo.

ASR dijo...

Lo de levantar la bola también lo aprendimos a hacer, lo de colarla ya no era tan fácil.

Pensándolo bien, creo que nuestro futbolines, la mayoría de ellos, también eran metálicos. Hace tantos años de aquellas intensivas jornadas en el pueblo que ya no lo recuerdo bien.

Salu2.

Anónimo dijo...

Ahora hay mil tipos de futbolines, al que juego yo no se puede levantar apenas la pelota (solo se levanta si la empujas cuando te viene y es cuestion de suerte) las bolas son muy pesadas y los jugadores de metal, Alejandro Finisterre jugaba con futbolines de madera y decia de los actuales futbolines que no se le puede dar efecto al balon. Alejandro finisterre, un grande...