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lunes, 28 de septiembre de 2009

Viaje a Palestina. Día 7 (2). Presos.


Tengo la sabiduría del condenado a muerte:
No tengo cosas que me posean.
He escrito mi testamento con mi sangre:
“¡Confiad en el agua, moradores de mis canciones!”.
He dormido ensangrentado y coronado con mi mañana...
He soñado que el corazón de la tierra era mayor que
Su mapa
Y más claro que sus espejos y mi cadalso. [...]
Tengo la sabiduría del condenado a muerte. Mahmud Darwish. 2003.

Leer un libro de poesía de Mahmud Darwish, portar algún símbolo político, un libro de geografía o un mapa de Palestina pueden ser el motivo para que un palestino pase una temporada en una cárcel israelí. Desde 1967 unos 750.000 palestinos han pasado por centros penitenciarios del país ocupante. Hoy día hay más de 8.000, entre ellos parlamentarios, miembros de asociaciones, alcaldes, concejales... El camino de la cárcel es mucho más directo que el que lleva de Ramallah a Belén. Basta con saltarse una de las 1.700 leyes que afectan a la vida diaria de los palestinos y que impone el comandante de turno al mando del ejército.

ADDAMER es una organización no gubernamental de apoyo a los presos y defensora de los DDHH. Se fundó en 1992 y enfoca su actividad en la defensa de los derechos de los presos políticos en cárceles israelíes y también de la ANP (tanto de Gaza como Cisjordania) y el trabajo para acabar con la tortura a través de estudios, procedimientos legales y campañas de solidaridad.


En su sede de Ramallah estuvimos y allí nos relataron estremecedoras historias de presos y de las brutales torturas (valga la redundancia) físicas y psicológicas que, de manera sistemática, se usan contra ellos y que también, tristemente, se dan en las propias cárceles de la ANP. Los métodos de tortura han "progresado". Hasta los 80's se rompían huesos, se quitaban uñas y pelos y se aplicaban cigarrillos sobre el cuerpo, se calentaba el cerebro con luz, se bañaba a los presos en agua muy caliente y muy fría y eran sodomizados. En esta época se emplean técnicas que no dejan marcas, pero que siguen suponiendo un sufrimiento psíquico y físico para la víctima: la bolsa o el saco con orín en la cabeza, mantenerse de puntillas con las manos en la espalda durante horas o días, no permitirles el sueño, la agitación fuerte y rápida del cuerpo (que puede causar daños cerebrales).
"Pueden arrestar a cualquier palestino en cualquier momento por cualquier razón."

Hay una ley que permite a cualquier soldado arrestar a un palestino durante ocho días sin acusación alguna. Luego se le lleva a una corte militar y se le puede enviar a la cárcel de nuevo sin excusa 180 días. Durante los primeros 90 días no tiene derecho a abogado. Después se le lleva al juez sin necesidad de investigaciones, pruebas... Las fichas policiales no especifican fechas del crimen, direcciones y distancias de supuestos disparos. Es difícil probar lo contrario. Pueden decir "de mayo de 2007 a noviembre de 2008 disparó en tal carretera de Ramallah". Por tanto el afectado tiene que demostrar que durante todo ese tiempo no hubo disparos en Ramallah. O ¿cómo probar que un niño al que condenaron a 25 años de cárcel no tiró una piedra a un coche israelí? Es el acusado el que tiene que demostrar su inocencia.

La flexibilidad judicial es grande. Tirar piedras en Jenín: 1.000 shequels y un mes de cárcel; en Hebrón: 10.000 shequels y 3 años de cárcel. Además de este castigo el ejército puede bombardear la casa, arrestar a gente de la familia o prohibirles viajar. No sólo por la acusación sin pruebas de tirar una piedra pueden pasar una temporada en una habitación compartida de 2 x 1 m. También a un agricultor por recoger la fruta de su tierra si está al otro lado de los dichosos muros o vallas, o por ir a un hospital durante un toque de queda.

Amnistía Internacional define así las detenciones administrativas: “… un procedimiento bajo el cual las detenciones se llevan a cabo sin cargos o juicios. No hay presentación de cargos y no existe ninguna intención de llevar al detenido ante un tribunal. Mediante la orden de detención se le da al detenido un plazo determinado para la misma. Antes o en la misma expiración del plazo, la orden de detención es renovada con frecuencia. Este proceso puede continuar de forma indefinida”

Sin motivo y sin juicio se pueden pasar hasta 8 años en una cárcel israelí. Esto es lo que permite el sistema de detenciones administrativas. En principio es hasta 6 meses, pero se puede ir renovando. Así hay más de 700 encarcelados, algunos de los cuales llevan 3 ó 4 años sufriendo este tipo de detenciones. Hay a quienes liberan y vuelven a arrestar a la semana, o justo cuando salen de la cárcel. O lo que es peor, cuando después de ser abandonados en el desierto y consiguen llegar a su casa están a punto de abrazar a su familia. Cuando los van a solar los avisan tan sólo con horas de antelación. En muchas ocasiones la buena nueva es falsa y tienen que volver a deshacer el petate al cabo de un rato.

Las visitas de los familiares a la cárceles (menores de 16 o mayores de 46, los únicos que reciben permisos) son una odisea que daría para otro post. Los largos viajes en autobuses de la Cruz Roja, las interminables esperas, la salas en las que apenas se escucha al familiar porque todas las familias intentan comunicarse a la vez ya que el sistema de teléfonos no suele funcionar.

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